Aprendizaje cooperativo: clave en la educación del futuro.

El aprendizaje cooperativo no es una moda pasajera en la educación, sino una necesidad real que se alinea con las demandas del presente y del futuro. Lejos de ser una simple tendencia metodológica, esta forma de aprender responde a los retos que plantea la sociedad actual, basada en la colaboración, la interdependencia global y la necesidad de construir ciudadanos que sepan trabajar juntos para afrontar los problemas complejos del mundo contemporáneo. Tanto la LOMLOE como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconocen la importancia de desarrollar en los estudiantes competencias globales que los preparen para ser protagonistas activos en un mundo interconectado y cambiante.

Aprendizaje cooperativo: una necesidad enmarcada en la LOMLOE

La LOMLOE ha puesto en el centro del sistema educativo el desarrollo de competencias clave que van más allá de la mera adquisición de conocimientos. La ley impulsa una educación orientada a que los estudiantes sean capaces de aplicar lo que aprenden en situaciones reales, conectando lo que ocurre en el aula con los retos del mundo exterior. En este sentido, el aprendizaje cooperativo es una estrategia imprescindible, ya que permite a los estudiantes trabajar juntos, desarrollar el pensamiento crítico y aprender a convivir y cooperar con personas de diferentes capacidades, orígenes y puntos de vista.

Uno de los principios fundamentales de la LOMLOE es la inclusión educativa. Esta ley reconoce que no todos los estudiantes aprenden de la misma manera ni al mismo ritmo, y plantea que el sistema educativo debe ajustarse a la diversidad. El aprendizaje cooperativo, con su enfoque en el trabajo en equipo y la interdependencia positiva, se ajusta perfectamente a este principio, porque fomenta que todos los estudiantes puedan aportar algo al grupo, independientemente de sus capacidades o niveles de rendimiento. En los grupos cooperativos, cada alumno tiene un rol, lo que permite que todos sientan que su participación es valiosa, algo que la LOMLOE busca promover desde la etapa de educación primaria.

Competencias clave y el desarrollo de la competencia global

Uno de los grandes objetivos de la Agenda 2030 y de la LOMLOE es que el sistema educativo prepare a los estudiantes para enfrentarse a una sociedad globalizada y llena de desafíos. La competencia global, que es la capacidad de comprender y actuar en un mundo interconectado, es el horizonte de cualquier proceso educativo en el siglo XXI. En este sentido, el aprendizaje cooperativo permite a los estudiantes desarrollar habilidades esenciales para esta competencia: la colaboración, la comunicación intercultural y la capacidad para resolver problemas en conjunto.

Las competencias clave que promueve la LOMLOE, como la competencia social y cívica o la competencia de aprender a aprender, están estrechamente ligadas a la competencia global. Por ejemplo:

  • Competencia social y cívica: El aprendizaje cooperativo sitúa a los estudiantes en escenarios donde deben colaborar, tomar decisiones de forma democrática y respetar las ideas de los demás. Esto no solo les prepara para la vida en sociedad, sino que les dota de herramientas para actuar en un mundo donde la cooperación global es esencial para enfrentar problemas comunes como el cambio climático, la desigualdad o la paz.
  • Competencia de aprender a aprender: Según la LOMLOE, los estudiantes deben ser capaces de gestionar su propio aprendizaje a lo largo de la vida. En el aprendizaje cooperativo, los estudiantes aprenden no solo a colaborar, sino también a reflexionar sobre su propio proceso de aprendizaje, una habilidad fundamental para adaptarse a los cambios rápidos del mundo moderno.

Aprendizaje cooperativo y la Agenda 2030

La Agenda 2030 de las Naciones Unidas, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también refuerza la necesidad de una educación que fomente el trabajo en equipo, el pensamiento crítico y la acción colectiva. En el ODS 4, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, se hace un llamamiento a que los sistemas educativos en todo el mundo promuevan no solo el aprendizaje individual, sino también el aprendizaje colaborativo que permita a los estudiantes afrontar los desafíos globales de manera cooperativa.

Uno de los fines de la Agenda 2030 es formar ciudadanos que puedan resolver problemas de forma creativa y colectiva. El aprendizaje cooperativo encaja perfectamente con esta visión, ya que promueve un enfoque de inteligencia colectiva, donde las soluciones surgen de la interacción de múltiples perspectivas. Los estudiantes que trabajan cooperativamente aprenden a valorar las ideas de los demás y a utilizar el conocimiento compartido para crear soluciones más ricas y completas. Esto no solo responde a las demandas de la sociedad globalizada, sino que también es un pilar de la educación para la sostenibilidad, donde la colaboración es clave para resolver problemas complejos como el cambio climático o la pobreza.

No es una moda: es una metodología necesaria para el futuro

El aprendizaje cooperativo no debe verse como una simple alternativa a los métodos tradicionales de enseñanza, sino como una necesidad pedagógica para el siglo XXI. Las sociedades actuales, impulsadas por la tecnología y la globalización, requieren ciudadanos que sepan trabajar juntos, tomar decisiones colaborativas y resolver problemas de manera cooperativa. El aprendizaje cooperativo, tal y como lo defiende la LOMLOE y lo promueve la Agenda 2030, prepara a los estudiantes para enfrentar estos retos.

En este sentido, la competencia global se erige como el objetivo final de todo proceso educativo. Los estudiantes deben ser capaces de comprender los problemas locales y globales, actuar de manera crítica y proactiva y trabajar con personas de todo el mundo para encontrar soluciones. El aprendizaje cooperativo ofrece un modelo práctico para alcanzar esta meta, permitiendo que los alumnos desarrollen estas habilidades desde la educación primaria.

En un momento en el que las demandas educativas y sociales están cambiando a gran velocidad, el aprendizaje cooperativo se presenta como un enfoque pedagógico no solo relevante, sino esencial. La LOMLOE y la Agenda 2030 coinciden en su visión de una educación que prepare a los estudiantes para la vida en sociedad, no de manera individualista, sino mediante la cooperación, el trabajo en equipo y la resolución conjunta de problemas. Este enfoque no solo mejora el rendimiento académico y fomenta la inclusión, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentarse a un mundo interconectado y lleno de desafíos globales. La educación, vista desde este prisma, no puede limitarse a impartir conocimientos: debe formar personas capaces de trabajar juntas para construir un futuro más sostenible y equitativo.

Tolo Berrocal

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