Cómo dar retroalimentación en el aula

Cuando damos retroalimentación a nuestros alumnos, no se trata solo de corregir errores, sino de ayudarles a crecer en su aprendizaje. Para que realmente tenga un impacto positivo, la retroalimentación debe ser clara, equilibrada y, sobre todo, útil.

¿Cómo debe ser la retroalimentación?

Hay varios aspectos clave que debemos tener en cuenta al dar feedback a nuestros alumnos:

Específica: Cuanto más concreta sea, mejor. No basta con decir «está bien» o «hay que mejorar», sino que hay que señalar qué es lo que ha funcionado y qué se podría ajustar. Según Sadler (1989), una buena retroalimentación debe dar pistas claras sobre cómo mejorar.

Oportuna: Cuanto antes reciba el alumno la información, más útil será. Un comentario dado semanas después de la actividad pierde valor. Shute (2008) encontró que el feedback inmediato mejora la retención del aprendizaje y ayuda a que los alumnos lo apliquen en tareas futuras.

Centrada en el proceso: Lo importante no es solo el resultado final, sino el camino que ha seguido el alumno para llegar hasta ahí. Black y Wiliam (1998) destacan que la retroalimentación centrada en el proceso fomenta la mejora continua y el desarrollo de habilidades metacognitivas.

Equilibrada: No se trata solo de señalar errores, sino de reconocer también lo que se ha hecho bien. Un buen equilibrio entre refuerzo positivo y sugerencias de mejora puede aumentar la motivación del alumno (Deci & Ryan, 2000).

Ejemplo: En lugar de decir «tienes errores de ortografía, revísalo», podemos probar con «tu idea es muy interesante, si revisas la ortografía se entenderá aún mejor». Esto refuerza lo positivo y orienta al alumno sin desmotivarlo (Brookhart, 2017).


Pasos para dar una buena retroalimentación

Para que nuestra retroalimentación tenga sentido y ayude al alumno a mejorar, podemos seguir estos cuatro pasos:

1. Aclarar dudas

Plantear preguntas en lugar de simplemente señalar fallos puede hacer que los alumnos reflexionen más sobre su propio trabajo. Bransford et al. (2000) destacan que las preguntas abiertas promueven la metacognición y mejoran el aprendizaje.

Ejemplos:

  • «¿Podrías explicar mejor esta parte?»
  • «¿Cómo llegaste a esta conclusión?»

2. Valorar lo positivo

Empezar con lo que el alumno ha hecho bien es clave. No solo refuerza la confianza, sino que le ayuda a entender qué aspectos debe mantener en sus futuros trabajos. Dweck (2006) sugiere que una valoración positiva fomenta una mentalidad de crecimiento en los alumnos.

Ejemplos:

  • «Me gusta cómo has estructurado tu argumento.»
  • «Has expresado tus ideas con mucha claridad.»

3. Expresar inquietudes

Aquí es donde podemos señalar aspectos a mejorar, pero siempre con un tono constructivo. Hattie y Timperley (2007) explican que los alumnos son más receptivos cuando las críticas se presentan como oportunidades de mejora.

Ejemplos:

  • «Quizás podrías revisar la gramática en esta oración.»
  • «Creo que podrías estructurar mejor esta parte para que se entienda con más claridad.»

4. Ofrecer sugerencias – Feedforward

Aquí entra en juego el feedforward, que va más allá de corregir errores y se centra en dar pautas para el futuro. En lugar de quedarnos solo en lo que no ha funcionado, damos herramientas concretas para mejorar en el siguiente intento. Goldsmith y Morgan (2004) encontraron que el feedforward ayuda a que los alumnos avancen en su aprendizaje con mayor confianza.

Ejemplos:

  • «Para la próxima redacción, intenta hacer un esquema antes de escribir.»
  • «Podrías probar con párrafos más cortos para mejorar la claridad.»

Feedback vs. Feedforward

La diferencia entre feedback y feedforward es simple, pero clave en el aprendizaje.

Feedback → Se centra en lo que el alumno ya ha hecho.
Ejemplo: «Buena argumentación, aunque podrías mejorar la coherencia en la conclusión.»
Según Shute (2008), este tipo de retroalimentación es útil cuando se combina con ejemplos claros.

Feedforward → Se enfoca en cómo mejorar en el futuro.
Ejemplo: «En la próxima redacción, intenta estructurar mejor tus ideas desde el principio.»
Hounsell (2007) señala que este enfoque fomenta la autoevaluación y la mejora continua.

¿Por qué es importante combinar ambos?
Si solo damos feedback, el alumno sabe lo que ha hecho bien o mal, pero no necesariamente sabe cómo mejorar. Si solo damos feedforward, le damos sugerencias sin reconocer su trabajo previo. La combinación de ambos es lo que realmente impulsa el aprendizaje.

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