Cuando hablamos de comprensión lectora, solemos pensar en “entender el texto”. Pero comprender implica mucho más: identificar lo que el texto dice, interpretar lo que sugiere y valorar lo que nos invita a pensar. Tres formas de comprender que, cuando se trabajan de manera intencionada, transforman la manera en que nuestro alumnado lee y construye significado.
Esta guía nace con un objetivo sencillo: ofrecer a los docentes un marco claro, práctico y basado en evidencias para enseñar comprensión literal, inferencial y crítica en primaria. Cada nivel tiene su función y exige habilidades distintas, pero todos se refuerzan entre sí. Cuando se trabajan de manera equilibrada, el alumnado desarrolla una lectura más profunda, flexible y consciente.

1. Comprensión literal: lo que el texto dice
La comprensión literal es el punto de partida. Es la capacidad para localizar información explícita: personajes, hechos, lugares o momentos. No es memorizar, sino saber encontrar, seleccionar y justificar datos dentro del texto.
La investigación señala que enseñar a volver al texto reduce errores, mejora la precisión y fortalece la retención de ideas principales (National Reading Panel, 2000). Modelos como el de Cain & Oakhill (2007) destacan que esta habilidad es la base sobre la cual se construyen los niveles posteriores.
En primaria, conviene trabajarla con preguntas sencillas (“¿Quién…?”, “¿Qué…?”, “¿Dónde…?”), organizadores gráficos tipo mapa del cuento y actividades breves de búsqueda dirigida. Esta práctica regular ayuda a que el alumnado vincule lectura y evidencia, algo imprescindible para avanzar hacia la interpretación.
2. Comprensión inferencial: lo que el texto sugiere
Cuando el alumnado domina lo literal, está preparado para “leer entre líneas”. La comprensión inferencial exige usar pistas del texto y conocimientos previos para deducir emociones, causas, relaciones o consecuencias no mencionadas explícitamente.
Según Oakhill & Cain (2012), la capacidad de inferir es uno de los predictores más sólidos de una comprensión profunda. No es opcional: sin inferencias, la lectura queda en superficie.
Algunas prácticas efectivas son las preguntas que buscan razones (“¿Por qué crees que hizo esto?”), la actividad de detectives del texto o la representación de lo que ocurrió antes o después de una escena. Pedir siempre que justifiquen con pruebas del texto ayuda a desarrollar rigor y pensamiento lógico.
3. Comprensión crítica: lo que el texto nos invita a valorar
El nivel crítico implica analizar la intención del autor, valorar decisiones de los personajes, detectar sesgos y relacionar lo leído con experiencias o valores propios. PISA y otros marcos internacionales lo consideran uno de los indicadores clave de alfabetización funcional.
No se trata de “me gusta/no me gusta”, sino de argumentar por qué. Aquí entran en juego habilidades como comparar textos, identificar valores, cuestionar decisiones o proponer alternativas (“Y si el personaje hubiera actuado de otra manera…”).
El objetivo no es formar críticos literarios, sino lectores con criterio. Lectores capaces de interpretar el mundo con una mirada más reflexiva.
Cómo trabajar los tres niveles en el aula
No es necesario separarlos siempre. Muchas lecturas permiten combinar preguntas literales, inferenciales y críticas en la misma sesión. Otras veces conviene trabajarlas por fases:
- Primero, asegurar comprensión literal.
- Después, promover inferencias justificadas.
- Por último, abrir el espacio para la valoración crítica.
Estructurar así la lectura permite que todo el alumnado avance, cada uno desde su punto de partida. Además, mejora la independencia lectora y favorece hábitos de pensamiento.
Adaptación por ciclos: una clave imprescindible
En primaria, no todos pueden hacer lo mismo ni de la misma manera. Adaptar preguntas y actividades por edades es fundamental. Los cursos iniciales necesitan apoyo visual y preguntas orales directas; los intermedios requieren estructuras que les ayuden a justificar; y los mayores están preparados para debatir, argumentar y elaborar mini textos críticos.
Una buena secuenciación evita frustraciones y garantiza progresión.
Leer no es solo descifrar. Es comprender, interpretar y pensar. Si enseñamos estas tres formas de comprender de manera intencionada y basada en evidencias, ayudamos al alumnado a convertirse en lectores activos y capaces de construir significado propio.
Como docentes, nuestro papel es abrir ese camino. Cada lectura es una oportunidad para pensar mejor.
1. Estudio sobre comprensión literal, inferencial y crítica
Investigación reciente que analiza cómo progresan los estudiantes en los tres niveles de comprensión y cuáles son las dificultades más comunes en cada uno.
Enlace: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8273627
2. Lectura y comprensión en ortografías transparentes
Artículo que explica cómo la descodificación y la comprensión del lenguaje se combinan para sostener la comprensión profunda, incluyendo la inferencia y el análisis crítico.
Enlace: https://www.frontiersin.org/journals/education/articles/10.3389/feduc.2022.914414/full
3. Diferencias entre comprensión literal e inferencial en alumnado
Estudio que compara el rendimiento lector en ambos niveles y señala por qué la inferencia suele ser el mayor punto débil en primaria.
Enlace: https://www.researchgate.net/publication/346497881_A_Study_on_Students%27_Ability_in_Literal_and_Inferential_Comprehension_of_English_Texts
4. Tutoría entre iguales y comprensión lectora
Investigación con más de 8.000 alumnos de primaria que muestra cómo el aprendizaje entre iguales mejora los distintos niveles de comprensión lectora.
Enlace: https://ojs.ehu.eus/index.php/psicodidactica/article/view/27645
5. Síntesis sobre la ciencia de la comprensión lectora
Artículo que resume los elementos clave para enseñar comprensión en profundidad, con recomendaciones aplicables al aula.
Enlace: https://ila.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/trtr.1993
