Rutina de movilidad articular y dominio de balón en 16 pasos

Así arrancamos nuestros entrenamientos con energía

En esta entrada compartimos la rutina de movilidad articular y dominio de balón que utilizamos al inicio de los entrenamientos con el equipo mini femenino. Se trata de una propuesta práctica, con estructura clara y sobre todo adaptable, que combina calentamiento físico y técnica individual desde el primer minuto.

Nos está funcionando muy bien para activar cuerpo y mente, y para motivar a las jugadoras a mejorar a su ritmo. La compartimos por si puede servirte también a ti.

movilidad articular

Una rutina que activa, motiva y hace mejorar

Uno de los aspectos más potentes de esta rutina de movilidad articular y dominio de balón es que cada ejercicio se puede realizar en varios niveles de dificultad: básico, iniciado, medio y avanzado. Esto nos permite:

  • Personalizar la actividad según la experiencia de cada jugadora.
  • Favorecer la progresión individual, con metas claras.
  • Incluir a todas sin que ninguna se quede atrás.
  • Motivar: cada jugadora puede ver su evolución al subir de nivel.

En cada sesión les damos la opción de elegir el nivel con el que se sienten cómodas, pero también les animamos a probar un nivel más cuando se sienten preparadas. Así, calentamos, pero también entrenamos.

Nuestra rutina paso a paso

La rutina tiene 16 ejercicios, divididos en tres bloques. Cada uno puede adaptarse a los niveles mencionados. Aquí te los explicamos según el orden que seguimos en nuestros entrenamientos.

🔹 Activación general sin balón

Arrancamos la rutina de movilidad articular con desplazamientos para movilizar tobillos, rodillas y caderas:

  • Skipping
  • Talones atrás
  • Laterales (mirando a ambos lados)
  • Laterales cruzando piernas (lado A y B)

Nivel básico: solo desplazamiento.
Nivel iniciado: llevan el balón abrazado o en alto.
Nivel medio y avanzado: incorporan bote con variantes (cambio de mano, ritmo, fintas…).

🔹 Coordinación con brazos y control

Aquí comenzamos a trabajar también la coordinación cruzada:

  • Rotaciones del brazo derecho e izquierdo
    Mientras rotan un brazo, llevan el balón en la otra mano o empiezan a botar según su nivel.

Esto trabaja no solo movilidad, sino también atención y disociación.

🔹 Control corporal con balón

Pasamos a ejercicios en estático con bote:

  • Saltos adelante/atrás + salida veloz
  • Abrir/cerrar piernas
  • Pies juntos delante/detrás de una línea

Cada jugadora adapta el bote:

  • Bajo y controlado si está comenzando.
  • Alternancia de manos y altura si está más avanzada.
  • Incluso añadimos fintas o protecciones en niveles superiores.

🔹 Técnica individual y reacción

Terminamos la rutina con ejercicios que incluyen técnica y percepción:

  • Cambios de mano a la señal
  • Giro 360º en mitad del recorrido
  • Bote a dos alturas
  • Bote reactivo con frenada y salida

Aquí se ve claramente la diferencia entre niveles. Algunas hacen cambios sencillos, otras combinan velocidad, bote y finta. Todas trabajan dentro de sus posibilidades, pero en una estructura común que las une.

Esta rutina de movilidad articular y dominio de balón no es solo un calentamiento. Para nosotras, se ha convertido en una herramienta diaria fundamental por varios motivos:

  • Activa el cuerpo de forma progresiva: empezamos con desplazamientos sencillos y vamos sumando complejidad. Así, las jugadoras entran en calor sin brusquedad, movilizan todas las articulaciones y se preparan para lo que viene después.
  • Mejora el manejo del balón desde el inicio: el balón no espera al bloque técnico. Desde los primeros minutos ya se trabaja el bote, la coordinación y la percepción. Esto permite aprovechar mejor el tiempo total del entrenamiento.
  • Personaliza sin separar: los diferentes niveles de dificultad permiten que cada jugadora trabaje a su ritmo. Una puede estar practicando el bote básico mientras otra combina cambios de mano y ritmo. Pero todas están haciendo el mismo ejercicio. Eso crea unidad sin perder individualización.
  • Motiva a superarse: al tener niveles claros, cada una puede ponerse su propio reto. No se trata de competir con las demás, sino de mejorar respecto a sí misma. Y eso, cuando se convierte en rutina, fortalece la autoestima y la implicación.

Cada entrenamiento empieza así. Y ese comienzo compartido, activo, progresivo y retador está ayudando a construir algo más que una técnica: está construyendo confianza, compromiso y equipo.

Enlaces educativos externos

(Visited 271 times, 1 visits today)