Enseñar a pensar: claves para el aula

¿Por qué enseñar a pensar si todos pensamos? Porque no siempre lo hacemos bien. Esta entrada resume los principios esenciales para enseñar a pensar en clase. Además, incluye ideas prácticas para desarrollar un pensamiento más cuidadoso, organizado y profundo en tus alumnos.

¿Qué significa enseñar a pensar?

Enseñar a pensar no es solo pedir opiniones o hacer preguntas. Es ayudar a que el alumnado aprenda a razonar mejor. Según Perkins y Swartz, hay que trabajar tres dimensiones:

  • Habilidades: como analizar, evaluar o crear ideas.
  • Procesos: como tomar decisiones o comparar opciones.
  • Disposiciones: como tener una actitud reflexiva, abierta y cuidadosa.

Estas dimensiones deben abordarse de forma explícita y regular en el aula.

¿Cómo evitar un pensamiento apresurado y confuso?

Los autores señalan que nuestro pensamiento natural es muchas veces vago, estrecho y desorganizado. Por eso, hay que enseñar estrategias que ayuden a mejorar:

  • Tomarse tiempo para pensar antes de decidir.
  • Usar organizadores gráficos y verbales, como listas de pros y contras, tablas comparativas o rutinas de pensamiento.
  • Fomentar la metacognición, es decir, que el alumnado piense sobre cómo piensa.

En clase puedes:

  • Introducir una rutina de pensamiento antes de comenzar un tema.
  • Usar esquemas o mapas mentales para organizar ideas.
  • Pedir que expliquen cómo llegaron a una conclusión.

El enfoque de la “infusión” en el aula

El método más eficaz para enseñar a pensar es infundir estas prácticas dentro del contenido curricular. Es decir, no se trata de enseñar pensamiento como algo separado, sino de mezclarlo con lo que ya enseñas.

¿Cómo aplicar este enfoque?

  • Añade preguntas que exijan reflexión dentro de las actividades de clase.
  • Usa organizadores del pensamiento al trabajar los contenidos.
  • Haz visibles los procesos de pensamiento con el lenguaje que utilizas.

La transferencia: pensar más allá de la escuela

Una de las claves es que el alumnado pueda transferir lo aprendido a otros contextos. Esto se logra con dos estrategias:

  • “Abrazos”: aplicar el pensamiento en situaciones similares al aula.
  • “Puentes”: generalizar lo aprendido para nuevos contextos.

Ideas prácticas:

  • Comparar decisiones del aula con decisiones personales.
  • Llevar un diario de decisiones durante una semana.
  • Usar ejemplos de la vida cotidiana para practicar estrategias de pensamiento.

Conclusión: pensar bien se aprende

Enseñar a pensar no es un lujo, es una necesidad. Dedicar tiempo a desarrollar el pensamiento del alumnado no solo mejora sus aprendizajes, sino también su capacidad para comprender el mundo. Hazlo parte de tu día a día y verás el cambio.

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