El control de la impulsividad es una función ejecutiva importante en el desarrollo de los niños en la educación primaria para que otras áreas como el aprendizaje cooperativo lleguen a tener un éxito significativo. Este control permite a los alumnos pensar antes de actuar, esperar su turno y manejar sus reacciones emocionales. Trabajar esta función en el aula ayuda a los estudiantes a mantener la calma en situaciones tensas, seguir las normas y respetar a sus compañeros. Las estrategias de modelado y desafío, como elogiar logros inmediatos, establecer metas a corto plazo, y generar situaciones de cooperación, enseñan a los niños a gestionar sus impulsos de manera efectiva. Fomentar este autocontrol no solo mejora el ambiente de aprendizaje, sino que también prepara a los alumnos para enfrentar desafíos futuros con mayor resiliencia y responsabilidad. En resumen, el control de la impulsividad es esencial para que los estudiantes desarrollen habilidades de autorregulación que les permitan participar activamente y de manera constructiva en el entorno escolar.
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