La atención y la gestión de la energía son funciones ejecutivas fundamentales que permiten a los alumnos enfocar su percepción voluntariamente en un ámbito determinado, seleccionar conscientemente los estímulos a los que deben prestar atención, discriminar la información no relevante, y mantener sus metas durante un período prolongado. Además, estas habilidades ayudan a los estudiantes a evitar distracciones, reaccionar rápidamente cuando se distraen y volver al foco principal, y atender a varios estímulos a la vez.
Trabajar la concentración y la gestión de la energía en el aula implica crear un ambiente favorable, utilizando estrategias de modelado que fomenten hábitos saludables y motiven a los alumnos a mantenerse enfocados. Estas actividades ayudan a mejorar significativamente su capacidad de atención y su rendimiento académico, contribuyendo a su desarrollo integral.