Un reto, una motivación: aprendizaje basado en retos

El aprendizaje basado en retos tiene una magia especial. Desde el primer momento, transforma la clase en un espacio donde los contenidos cobran vida y sentido. Plantear un reto es mucho más que lanzar una actividad: es abrir una puerta a la motivación, al compromiso y al aprendizaje profundo. Pero, ¿cómo lograr que ese reto realmente motive? ¿Qué papel juegan las emociones y los distintos tipos de motivación?

Hoy te proponemos mirar el reto no solo como una herramienta metodológica, sino como una oportunidad para entender mejor cómo aprenden tus alumnos y alumnas… y cómo acompañarlos.

motivación

¿Por qué funciona un reto?

Cuando planteamos un reto real, conectado con su entorno, el alumnado siente que lo que va a hacer importa. Ya no se trata de cumplir una tarea para una nota, sino de crear algo que tiene impacto, algo que se puede mostrar, compartir o aplicar. Es ahí donde empieza la magia: aparece el sentido, y con él, la motivación.

Esa motivación puede tener distintas formas. A veces, el impulso nace del interior: el simple placer de investigar, resolver, construir algo juntos. Otras veces, la chispa surge por factores externos: la ilusión de enseñar el trabajo final a las familias, de recibir un aplauso, o incluso de lograr una buena nota. Ambas son válidas, y entender cómo se complementan puede ayudarnos a diseñar retos más efectivos.

¿Qué tipo de motivación ponemos en juego?

Imagina que propones a tu alumnado investigar un tema que les resulta cercano, como la contaminación en su barrio. Algunos llegan con curiosidad natural; otros no. Aquí es donde entra en juego una distinción clave que hace Héctor Ruiz: el interés individual, que cada persona ya tiene, y el interés situacional, que podemos despertar desde la escuela.

El interés individual brota de la personalidad, de las experiencias previas, de inquietudes que el alumnado ya trae consigo. En cambio, el interés situacional se construye cuando como docentes creamos experiencias atractivas, sorprendentes o emocionalmente relevantes. Y cuando ese interés se despierta, el aprendizaje se vuelve significativo.

A partir de ahí, podemos hablar de motivación:

Motivación intrínseca

Es la que nace del propio disfrute de la actividad. Según estudios de Robert Vallerand, esta motivación puede crecer incluso dentro de entornos externos si la tarea permite elegir, crear y colaborar. Cuando el alumnado siente que tiene cierto control y que lo que hace tiene sentido, surge una motivación genuina.

Motivación extrínseca

Va desde lo más externo hasta lo más personal. La Teoría de la Autodeterminación, formulada por Deci y Ryan, nos habla de varios niveles:

  • Regulación externa: hacer algo por una recompensa o para evitar un castigo.
  • Regulación introyectada: la presión viene de dentro, como la culpa o el deseo de aprobación.
  • Regulación identificada: se acepta el objetivo como propio, aunque venga del exterior.
  • Regulación integrada: la tarea encaja con los valores personales; casi se vive como intrínseca.

¿Por qué esto importa en clase?

Un reto bien diseñado despierta interés situacional y permite que la motivación extrínseca inicial se transforme poco a poco en algo más profundo. Si, además, incluye espacios de elección, colaboración y sentido, estamos creando las condiciones para que el aprendizaje se interiorice y se viva con ganas.

Al final, combinamos tres elementos poderosos:

  • Una chispa inicial (curiosidad, novedad, premio o reto).
  • Un entorno que favorece la pertenencia y el sentido (autonomía, identidad, conexión).
  • Y un aprendizaje que se sostiene por sí mismo, porque tiene sentido y emociona.

¿Qué dice la neurociencia del aprendizaje basado en retos?

Imagínate por un momento que estás en clase, viendo cómo tus alumnos se iluminan cuando descubren algo por sí mismos. Eso no es casualidad: el cerebro está diseñado para aprender mediante la emoción.

Francisco Mora, neurocientífico y divulgador, lo resume con una frase ya célebre: “el cerebro solo aprende si hay emoción”. Para que se active la atención y se consolide la memoria, el estímulo debe provocar una respuesta emocional. Aquello que nos sorprende, que nos resulta relevante o que conecta con nuestras experiencias deja una huella duradera.

A esta idea se suma la Teoría de la Autodeterminación: cuando se satisfacen las necesidades de autonomía (sentir que elegimos), competencia (sentirnos capaces) y relación (sentirnos parte de algo), el cerebro responde mejor al aprendizaje. Estas condiciones activan el sistema de recompensa —especialmente el circuito mesolímbico—, liberando dopamina. Y entonces, lo que aprendemos no solo se retiene: nos entusiasma.

¿Cómo llevamos al aula el aprendizaje basado en retos?

Imagina que propones a tu clase crear una campaña para mejorar los hábitos alimentarios del colegio. De inmediato surgen preguntas: ¿a quién va dirigida?, ¿cómo la diseñamos?, ¿qué formato usamos?

El aula se llena de movimiento. Unos buscan información, otros diseñan carteles, otros preparan presentaciones. Surgen decisiones, dudas, soluciones. Cada alumno encuentra su espacio porque cada rol cuenta. Están aprendiendo sin darse cuenta de que lo hacen.

Y tú, como docente, no solo observas: acompañas, haces preguntas, ayudas a enlazar ideas, das criterio. El aprendizaje ya no es algo que se recibe: es algo que se construye y se comparte.

Cierra con sentido

Cuando un reto concluye, siempre queda algo más allá del producto final. Queda una experiencia que ha implicado al cuerpo, a la mente y a la emoción. Ha habido esfuerzo, colaboración, descubrimientos, dudas, risas… Y todo eso enseña. Mucho más que cualquier ficha.

El aprendizaje basado en retos no es una moda ni una técnica más. Es una forma de respetar cómo aprenden las personas. Es dar al alumnado la oportunidad de ser protagonista, de sentir que lo que hace vale la pena.

Atrévete a proponer un reto esta semana. Observa cómo cambia el ambiente de tu aula cuando lo que se aprende cobra sentido.

Aprendizaje basado en retos

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  1. Funciones ejecutivas en el aula. La motivación
    Un artículo que profundiza en cómo la motivación actúa como función ejecutiva para iniciar, sostener y dirigir el aprendizaje en primaria
  2. Pasar el paquete. Buscando la motivación intrínseca
    Recurso para trabajar la motivación intrínseca a través de una rutina de pensamiento estructurada y reflexiva
  3. Aprendizaje cooperativo
    Catálogo de artículos sobre dinámicas cooperativas: roles, técnicas, evaluación y conexión con la motivación compartida

Enlaces externos

  1. Verywell Mind: diferencias entre motivación intrínseca y extrínseca
    Explica con rigor cómo funcionan ambos tipos de motivación en contextos educativos y laborales, incluyendo el efecto de sobrejustificación que puede surgir con recompensas externas.
  2. Self‑Determination Theory: aplicación neurobiológica
    Detalla evidencia neuropsicológica que respalda cómo la autonomía, competencia y relación favorecen la motivación autónoma y conectan con estructuras cerebrales específicas.
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