Taxonomía de Bloom y ODS 1

Taxonomía de Bloom y ODS 1. Trabajar el ODS 1: Fin de la pobreza en el aula no solo es un acto educativo, sino un compromiso con la construcción de una ciudadanía crítica, empática y comprometida. En las etapas de 3.º y 4.º de Primaria, donde el alumnado empieza a tomar conciencia del mundo más allá de su entorno cercano, este objetivo se convierte en una poderosa herramienta de aprendizaje.

Este enfoque, vinculado a la taxonomía de Bloom revisada, nos ofrece un marco claro para avanzar desde la comprensión básica hasta la acción transformadora. No se trata solo de saber qué es la pobreza, sino de entender cómo nuestras decisiones cotidianas –por ejemplo, al consumir o cocinar– pueden contribuir a reducirla.

Taxonomía de Bloom y ODS 1

En este proyecto, el alumnado no solo aprende sobre nutrición o economía doméstica, sino que se convierte en protagonista de un cambio posible, al diseñar recetas accesibles, sostenibles y socialmente conscientes. Cada plato elaborado es una excusa para hablar de derechos, equidad y empatía. Cada reflexión, una semilla para un mundo más justo.

Por tanto, trabajar el ODS 1 en clase es sembrar conciencia, cultivar pensamiento crítico y cosechar compromiso. Porque enseñar a consumir con sentido también es enseñar a vivir con sentido.

Taxonomía de Bloom y ODS 1. Del saber al hacer: aprender con sentido

El enfoque basado en la taxonomía de Bloom revisada por Anderson nos permite estructurar el aprendizaje de forma escalonada, asegurando que el alumnado no solo adquiera información, sino que sea capaz de transformarla en acción significativa.

Desde recordar hasta crear, cada nivel cognitivo se convierte en una oportunidad para profundizar en el ODS 1 desde distintos tipos de conocimiento. Este proceso gradual permite:

  • Asentar una base sólida de conceptos clave (como pobreza, necesidad, consumo responsable).
  • Fomentar la comprensión profunda, a través de la conexión entre ideas y realidades sociales.
  • Impulsar la transferencia del aprendizaje a contextos reales, como la casa o el supermercado.
  • Estimular el pensamiento crítico y la creatividad, con propuestas que parten de la vida cotidiana del alumnado.

Este enfoque no se limita al desarrollo intelectual. También promueve habilidades sociales, actitudes cooperativas y valores éticos. Al crear un recetario colectivo que prioriza la accesibilidad, el cuidado del entorno y la justicia social, los alumnos experimentan cómo el aprendizaje puede tener un impacto real en su entorno.

Taxonomía de Bloom y ODS 1. Una mirada educativa diferente.

Incorporar el ODS 1 en la programación no solo aporta contenido transversal. Supone abrir espacios de diálogo, escucha y acción en el aula. Los niños y niñas descubren que lo que cocinan, compran o comparten tiene un valor más allá del alimento.

Este proyecto ayuda a:

  • Visibilizar desigualdades de forma adaptada a su edad.
  • Comprender cómo se puede actuar desde lo cotidiano.
  • Reconocer su capacidad de generar cambios, incluso siendo pequeños.

El trabajo por proyectos, además, favorece el trabajo colaborativo, la responsabilidad compartida y la conexión entre áreas curriculares (lengua, matemáticas, ciencias, valores, plástica…). Es una propuesta interdisciplinar, inclusiva y profundamente humana.

El ODS 1 no es solo un objetivo global: es una oportunidad educativa. Al integrarlo con la taxonomía de Bloom revisada, lo convertimos en un camino para que nuestro alumnado aprenda con sentido, desde el pensamiento y para la acción.

Desde una receta sencilla hasta una reflexión sobre el consumo, cada paso del proyecto impulsa un aprendizaje relevante y transformador. Como docentes, tenemos en nuestras manos la posibilidad de sembrar conciencia y compromiso desde el aula.

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