Septiembre siempre llega con la misma pregunta: ¿cómo conocer rápido y bien a mi nuevo grupo? Durante años, la respuesta parecía clara: exámenes de repaso, pruebas de nivel, dictados y operaciones para “ver cómo vienen”. El problema es que esas pruebas, además de aburrir y etiquetar demasiado pronto, ofrecen poca información útil para lo que de verdad importa: conectar con las personas que tenemos delante y descubrir cómo aprenden. Realizar una evaluación inicial sin exámenes.
La evaluación inicial, cuando se entiende como parte de la evaluación formativa, no busca calificar ni clasificar, sino recoger evidencias para ajustar la enseñanza. Tal y como muestran Black & Wiliam (1998) o Dylan Wiliam (2011), cuando la información que obtenemos sirve para tomar decisiones en el aula, el aprendizaje mejora. Y el inicio de curso es el mejor momento para empezar con buen pie.

Estrategias de evaluación inicial sin exámenes y diagnóstico formativo
1. Dinámicas de autorretrato del aprendizaje
La primera semana de curso es un momento ideal para que el alumnado pueda expresarse y mostrar cómo se percibe a sí mismo como aprendiz. Estas dinámicas no buscan “medir” conocimientos, sino recoger información sobre fortalezas, intereses, miedos y expectativas. Además, fomentan la metacognición y ayudan a que los estudiantes se sientan escuchados.
Ejemplo 1: La mochila del aprendizaje
- Cada alumno dibuja una mochila en un folio o cartulina.
- Dentro de la mochila escriben o dibujan lo que creen que “traen” al nuevo curso:
- Fortalezas: lo que ya saben hacer bien o lo que les gusta.
- Retos: aquello que les cuesta o en lo que desean mejorar.
- Miedos: aquello que les preocupa al empezar el curso.
- Intereses: lo que les motiva o les gustaría aprender.
- Se puede completar individualmente y después compartir en parejas o en pequeño grupo.
👉 El docente obtiene una radiografía inicial de competencias, motivación y autoconcepto.
Ejemplo 2: El semáforo de materias
- En un mural o pizarra, se colocan tres colores (verde, amarillo y rojo).
- Cada alumno tiene tarjetas con su nombre o un símbolo y las coloca en el color que corresponda para cada materia:
- Verde = me siento seguro y confiado.
- Amarillo = tengo algunas dudas, necesito apoyo.
- Rojo = siento dificultad o inseguridad.
- Se puede hacer también con emoticonos o caritas para los más pequeños.
👉 Permite al docente identificar áreas de autopercepción positiva y materias que generan ansiedad o inseguridad.
Variantes y adaptaciones
- Mapa personal de aprendizajes: en lugar de mochila, un mapa con “territorios” (zonas conocidas, zonas por explorar, zonas que dan miedo).
- Termómetro del aula: usar una escala visual del 1 al 5 donde se colocan post-its con frases como “me siento preparado”, “necesito ayuda”, “quiero mejorar”.
- Autorretrato artístico: con dibujos, collages o símbolos que representen cómo se ven como aprendices (muy útil en primaria).
Consejos prácticos para docentes
- Dedicar tiempo a la puesta en común: no quedarse en el dibujo o en el mural, sino abrir un espacio de conversación.
- Observar no solo lo que dicen, sino también cómo se expresan: seguridad, timidez, lenguaje utilizado.
- Guardar los autorretratos y recuperarlos más adelante en el curso para que el alumnado vea su evolución.
👉 Estas dinámicas permiten construir un retrato inicial del grupo, detectar diferencias en autopercepción y abrir la puerta a trabajar la metacognición desde el primer día.
2. Tareas competenciales cortas y significativas
Una buena evaluación inicial no debería limitarse a comprobar cuántos contenidos recuerdan del curso anterior, sino a observar cómo piensan, cómo resuelven problemas y cómo se expresan. Para ello funcionan muy bien las tareas competenciales breves, diseñadas para poner en acción conocimientos y habilidades en situaciones cercanas a la realidad.
Ejemplo 1: Retos de lógica o matemáticas contextualizados
- En lugar de ejercicios repetitivos, se plantean pequeños problemas vinculados a la vida cotidiana: organizar entradas para una excursión, repartir materiales en un juego, calcular el coste de una merienda.
- El objetivo no es tanto que den el resultado correcto, sino observar las estrategias que utilizan: si prueban, si se bloquean, si buscan alternativas, si colaboran con otros.
👉 Ofrece al docente información sobre el razonamiento matemático, la gestión de la frustración y la capacidad de explicar el propio proceso.
Ejemplo 2: Mini-proyectos creativos
- Se les pide una tarea breve y abierta, como escribir un pequeño texto con el título “Lo que me gustaría inventar”, elaborar un póster rápido sobre una idea o realizar un dibujo explicativo de cómo funciona algo que usan a diario.
- Estas propuestas permiten ver la creatividad, la expresión escrita u oral, el uso del vocabulario y la capacidad de organización de ideas.
👉 Resultan muy útiles para evaluar no solo lo que saben, sino también cómo se relacionan con el aprendizaje.
Ejemplo 3: Tareas competenciales interdisciplinarias
- Para enriquecer la evaluación inicial, se pueden combinar varias áreas: por ejemplo, pedir que diseñen el cartel de una “clase ideal” (expresión escrita, dibujo, presentación oral) o que expliquen cómo resolverían un reto de convivencia en el patio (competencia social, comunicación, pensamiento crítico).
👉 Así se obtiene una visión más global de su manera de aprender y participar.
Variantes y adaptaciones
- Versiones rápidas: en una sola sesión, con entregas breves en post-its o tarjetas.
- Versiones extendidas: en dos sesiones, con tiempo para planificar y presentar a la clase.
- Digitales: usar herramientas como Padlet, Canva o Google Slides para recoger respuestas creativas en formato digital.
Consejos prácticos para docentes
- Explicar bien que no se trata de un examen ni de una prueba clasificatoria, sino de una manera de conocerse como grupo.
- Poner el foco en las actitudes y procesos, no solo en el producto final.
- Guardar ejemplos de estas tareas al inicio de curso para compararlos más adelante y mostrar la evolución al alumnado.
👉 Las tareas competenciales cortas y significativas convierten la evaluación inicial en un momento de descubrimiento mutuo, mostrando conocimientos, creatividad, habilidades expresivas y actitudes ante el trabajo.
3. Observación guiada con instrumentos sencillos
En toda evaluación inicial la observación del docente es fundamental, pero para que esa información sea útil conviene estructurarla y registrarla. De lo contrario, las impresiones quedan en la memoria y se pierden detalles importantes. Por eso funcionan tan bien las herramientas simples y rápidas como las rúbricas de pocos ítems o las listas de control. Permiten recoger evidencias de la vida real del aula sin interrumpir el aprendizaje ni convertirlo en un examen encubierto.
Ejemplo 1: Rúbricas rápidas de aula
- Se diseñan con 3 o 4 criterios básicos, por ejemplo: participación, colaboración, uso del tiempo, actitud durante la actividad.
- Cada criterio se valora en una escala corta (✔ lo cumple, ✘ no lo cumple, △ en proceso).
- El docente observa mientras el alumnado trabaja en una dinámica cooperativa o en una tarea competencial.
👉 Así obtiene un retrato inicial del grupo en cuanto a hábitos de trabajo, interacción y actitudes.
Ejemplo 2: Listas de control de hábitos básicos
- Se elaboran ítems muy concretos, como: llega puntual, trae el material, respeta turnos de palabra, escucha con atención.
- Se pueden registrar a lo largo de una semana, sin necesidad de completar la lista en una sola sesión.
- Sirven para detectar rutinas consolidadas y aquellas que necesitan refuerzo desde el inicio.
👉 Son muy útiles para la evaluación diagnóstica formativa en aspectos de organización y convivencia.
Ejemplo 3: Observación en tareas naturales
- El docente se plantea preguntas previas antes de observar: “¿Quién toma la iniciativa?”, “¿Quién necesita más tiempo para empezar?”, “¿Quién ayuda a otros sin que se lo pidan?”.
- Puede anotar respuestas en una parrilla sencilla mientras el alumnado participa en juegos, debates o trabajos en grupo.
👉 Esto convierte la observación en un instrumento sistemático y evita juicios basados solo en intuiciones.
Variantes y adaptaciones
- Observación compartida: dos docentes o especialistas anotan sobre el mismo grupo para contrastar percepciones.
- Listas visuales: en cursos iniciales, se pueden usar pictogramas o símbolos en lugar de texto.
- Autoobservación: invitar a que los propios alumnos registren sus hábitos (“¿he participado?”, “¿he escuchado?”).
Consejos prácticos para docentes
- Evitar que la observación se convierta en vigilancia: se trata de comprender cómo aprenden, no de sancionar conductas.
- No intentar observar todo a la vez: centrarse en dos o tres ítems por sesión.
- Revisar los registros semanalmente para tomar decisiones reales en la programación.
👉 Incorporar instrumentos de observación guiada convierte la evaluación inicial en un proceso más fiable y objetivo, permitiendo al docente recoger evidencias auténticas del día a día y utilizarlas para ajustar la enseñanza desde el primer momento.
4. Actividades cooperativas como diagnóstico
La evaluación inicial no solo debe centrarse en lo académico; también es fundamental observar cómo se comunican, cómo colaboran y cómo resuelven conflictos los alumnos en situaciones reales. Las actividades cooperativas permiten diagnosticar estas competencias sociales de una manera natural y motivadora, mucho más rica que un examen escrito.
Ejemplo 1: Torres imposibles
Con materiales limitados (folios, pajitas, cinta, pinzas), los grupos deben construir la torre más alta o estable en un tiempo concreto. El interés no está en ganar, sino en observar cómo se organizan: ¿reparten roles?, ¿se escuchan?, ¿se bloquean o buscan alternativas? 👉 Permite detectar habilidades de liderazgo, planificación, escucha y creatividad.
Ejemplo 2: Reloj de citas temático
Cada alumno dibuja un reloj con varias franjas horarias y asigna compañeros distintos en cada una. Cuando el docente anuncia la hora, se reúnen con esa pareja para responder preguntas como “¿Qué aprendí el curso pasado que me sirve para este?” o “¿Qué quiero mejorar este año?”. 👉 Se generan conversaciones dinámicas que muestran motivaciones, estrategias de comunicación y capacidad de síntesis.
Ejemplo 3: Retos de cooperación rápida
Actividades breves como pasar un aro por toda la clase sin soltarse de las manos, transportar un objeto entre dos sin usar las manos o resolver un puzle en grupo. 👉 Permiten observar cohesión, coordinación y estrategias para resolver problemas bajo presión.
Ejemplo 4: Diseña tu propio sándwich de equipo
Cada grupo recibe la plantilla de un sándwich y debe decidir ingredientes que representen a todos sus miembros (ejemplo: el pan como base que “sujeta” al grupo, la lechuga para quien aporta frescura e ideas nuevas, el queso como unión…). Después, explican por qué han elegido cada elemento y presentan su sándwich al resto de la clase. 👉 Es ideal para fortalecer la identidad del grupo, valorar el respeto mutuo y observar cómo negocian para que todos se sientan representados.
Consejos prácticos para docentes
- Enmarcar la actividad como un reto compartido, no competitivo.
- Observar los roles espontáneos: quién toma la iniciativa, quién escucha, quién queda en segundo plano.
- Registrar conductas relevantes en una rúbrica breve (iniciativa, respeto, escucha, creatividad).
👉 Integrar este tipo de actividades en la evaluación inicial aporta información muy valiosa sobre la dinámica social del grupo, el estilo comunicativo de los alumnos y su capacidad para trabajar en equipo. Además, ayudan a generar un clima positivo y motivador desde los primeros días.
5. Instrumentos de autoevaluación y expectativas
Dar voz al alumnado es una de las claves de una buena evaluación inicial. Cuando los estudiantes expresan cómo se sienten, qué esperan y qué necesitan, el docente obtiene información muy valiosa para diseñar experiencias significativas. Además, se fomenta la metacognición desde el primer día: aprenden a reflexionar sobre sí mismos como aprendices.
Ejemplo 1: Cuestionarios visuales
Se pueden usar escalas sencillas con caritas, emoticonos o colores para responder a preguntas como:
- “¿Cómo me siento en matemáticas?”
- “¿Me gusta leer en voz alta?”
- “¿Qué nivel de energía tengo al empezar el curso?”
👉 Son especialmente útiles en los cursos iniciales, donde la expresión escrita es todavía limitada, y facilitan la recogida rápida de información emocional.
Ejemplo 2: Cartas al profe
Cada alumno redacta un breve mensaje explicando cómo le gustaría que fuera la clase este curso, qué espera aprender o qué desea cambiar respecto al curso anterior. También pueden incluir miedos o inquietudes (“me cuesta hablar en público”, “me da miedo equivocarme”).
👉 Aporta información directa sobre motivaciones, deseos y barreras emocionales que no siempre aparecen en la observación.
Ejemplo 3: Línea de expectativas
Se dibuja en el suelo una línea imaginaria con dos extremos: “muy de acuerdo” y “muy en desacuerdo”. El docente lanza afirmaciones como: “Me gusta trabajar en grupo”, “Prefiero las actividades prácticas”, “Leer en voz alta me pone nervioso”. Los alumnos se colocan en un punto de la línea y explican por qué.
👉 Permite observar actitudes, romper el hielo y generar conversación sobre estilos de aprendizaje.
Ejemplo 4: Mi contrato de aprendizaje
Cada alumno completa un mini-contrato con tres apartados: “Me comprometo a…”, “Necesito ayuda en…”, “Me ilusiona aprender…”. Puede guardarse como referencia para revisarlo más adelante.
👉 Refuerza la responsabilidad y la autorregulación desde el inicio.
Ejemplo 5: Portadas reflexivas de los cuadernos
Una tarea tan cotidiana como preparar la portada del cuaderno se convierte en una oportunidad de evaluación inicial si se acompaña de preguntas clave como:
- ¿Por qué crees que es importante esta asignatura?
- ¿Cómo puede ayudarte en tu vida futura?
- ¿Qué preguntas tienes sobre esta materia?
- ¿Qué te gustaría haber aprendido cuando acabe el curso?
Estas portadas pueden trabajarse el primer día de cada asignatura y revisarse más adelante para que el alumnado vea su evolución. 👉 Permiten expresar expectativas y motivaciones específicas por área, y ofrecen al docente un mapa claro de cómo afronta cada estudiante el aprendizaje en distintas materias.
Consejos prácticos para docentes
- Asegurar un ambiente seguro: aclarar que no hay respuestas correctas o incorrectas.
- Usar las respuestas para ajustar la práctica, no solo como actividad decorativa.
- Recuperar las autoevaluaciones a mitad de curso para que el alumnado vea su evolución.
👉 Incluir instrumentos de autoevaluación y de expresión de expectativas en la evaluación inicial garantiza que el alumnado se sienta escuchado y valorado. Además, permite detectar motivaciones, miedos y deseos que influyen directamente en su forma de aprender, construyendo desde el primer día una relación pedagógica más cercana y significativa.
Ventajas de este enfoque
- Ofrece una visión mucho más completa del alumnado que un examen memorístico.
- Fomenta la autoexpresión y la metacognición desde el inicio.
- Genera un clima de confianza al no evaluar de forma punitiva.
- Permite detectar necesidades de apoyo y también talentos que podrían pasar desapercibidos.
- Facilita una enseñanza más personalizada y ajustada a la realidad del grupo.
Apoyo en la investigación
La evidencia es clara: cuando la evaluación inicial se entiende como parte de la evaluación formativa, deja de ser un filtro y se convierte en un motor de aprendizaje. Black & Wiliam (1998) ya señalaron que el uso de la evaluación para mejorar la enseñanza tiene un impacto profundo en el progreso del alumnado. Y Dylan Wiliam (2011) insiste en que la clave está en utilizar la información para decidir qué hacer a continuación en el aula.
La evaluación inicial no debería ser un trámite para rellenar calificaciones en septiembre, sino una oportunidad para escuchar, observar y comprender a quienes comienzan un nuevo curso con nosotros. Probar al menos una de estas estrategias la primera semana puede marcar la diferencia en cómo se construye la relación con el grupo y en la calidad de las decisiones pedagógicas que tomemos después. Además, conviene recordar que la evaluación inicial no debe limitarse solo a septiembre: cada vez que iniciamos un aprendizaje importante o significativo a lo largo del curso, tiene sentido volver a explorar qué sabe, qué siente y qué necesita nuestro alumnado antes de avanzar.
📚 Recursos recomendados
- Inside the Black Box – Black & Wiliam (1998)
Artículo clásico que demuestra el impacto de la evaluación formativa en el aprendizaje.
Enlace: https://www.jstor.org/stable/1501470 - Embedded Formative Assessment – Dylan Wiliam (2011)
Libro de referencia donde se explican estrategias concretas de evaluación formativa aplicables en el aula.
Enlace: https://www.dylanwiliam.org/Dylan_Wiliams_website/Books.html - Assessment Reform Group – Principles of Assessment for Learning (2002)
Documento breve y práctico con los principios de la evaluación para el aprendizaje, muy útil para docentes.
Enlace: https://assessmentreformgroup.files.wordpress.com/2012/01/principles-of-afl.pdf - OECD – Formative Assessment: Improving Learning in Secondary Classrooms (2005)
Informe de la OCDE que analiza cómo la evaluación formativa mejora la equidad y la calidad educativa.
Enlace: https://www.oecd.org/education/ceri/35661078.pdf - Education Endowment Foundation (EEF) – Feedback
Síntesis de evidencias sobre la retroalimentación como una de las estrategias más potentes para mejorar el aprendizaje.
Enlace: https://educationendowmentfoundation.org.uk/education-evidence/teaching-learning-toolkit/feedback
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