La forma en que organizamos el aprendizaje importa… y mucho. Es ahí donde la estructura cooperativa entra en acción.
Es como en una cocina. No es lo mismo que cada cual prepare su plato por su cuenta, que todos cocinen compitiendo por hacerlo mejor, o que se repartan tareas para sacar adelante una receta común.
Eso mismo ocurre en el aula, según la estructura que escojamos: individualista, competitiva o cooperativa. Nuestra apuesta —y también nuestra experiencia— nos lleva a defender la estructura cooperativa.
Es la más rica, humana y eficaz.
Y no lo decimos solo nosotros. Décadas de investigación educativa lo respaldan.

Referentes como los hermanos Johnson han demostrado que, cuando el alumnado coopera de verdad, piensa más, aprende más y convive mejor.
Pero cuidado: cooperar no es “hacer grupos”. Es tener un propósito común, repartirse la responsabilidad, ayudarse y construir juntos.
Sabemos que no hay una receta mágica.
Pero sí creemos que apostar por la cooperación es una decisión pedagógica con mucho fondo.
La estructura cooperativa no solo mejora el rendimiento y la autoestima. También transforma el clima del aula.
Y lo más importante: enseña a vivir en comunidad.
En un mundo donde es fácil aislarse, enseñar a aprender juntos es, quizá, uno de los gestos más revolucionarios que podemos hacer como docentes.

Enlaces externos recomendados:
- Cooperative Learning Center – Johnson & Johnson
- Edutopia – 5 Strategies for Effective Cooperative Learning