La conformación de los grupos cooperativos.

Una de las claves para que el aprendizaje cooperativo funcione con éxito en el aula es la conformación adecuada de los grupos. No basta con reunir a un número determinado de alumnos y asignarles una tarea conjunta: la manera en que se distribuyen los estudiantes condiciona de forma decisiva la dinámica de interacción, el nivel de implicación de cada miembro y los resultados académicos y socioemocionales obtenidos.

Grupos heterogéneos: una apuesta basada en la evidencia

Numerosos estudios avalan la conveniencia de formar grupos heterogéneos, es decir, grupos en los que se combinen alumnos con distintos niveles de rendimiento académico, diferentes intereses, habilidades sociales diversas, estilos de aprendizaje y antecedentes culturales. David y Roger Johnson, referentes indiscutibles en el campo del aprendizaje cooperativo, destacan que la heterogeneidad en los grupos favorece el conflicto cognitivo —entendido en términos constructivos— y estimula procesos de razonamiento de mayor nivel. Cuando los alumnos se ven obligados a explicar sus ideas, defender sus puntos de vista y comprender los de los demás, no solo se fortalece el pensamiento crítico, sino que también se profundiza en la comprensión conceptual (Johnson, Johnson & Holubec, 1999).

Pere Pujolàs también subraya que los grupos heterogéneos permiten que todos los alumnos puedan aprender y aportar desde sus posibilidades, rompiendo con la lógica del agrupamiento homogéneo tradicional que tiende a reforzar las desigualdades (Pujolàs, 2008). En este sentido, el enfoque inclusivo del aprendizaje cooperativo permite que alumnos con necesidades educativas diversas encuentren su lugar y función dentro del grupo.

Robert Slavin, por su parte, ha evidenciado en sus investigaciones que los grupos heterogéneos generan mayores beneficios tanto en el aprendizaje como en las habilidades sociales, siempre que se utilicen estructuras cooperativas bien diseñadas y se garantice la interdependencia positiva (Slavin, 1995).

Técnicas para distribuir al alumnado: métodos prácticos

1. Distribución al azar Es una manera sencilla y rápida de formar grupos, especialmente útil en actividades breves o cuando queremos asegurar que los alumnos trabajen con compañeros diferentes de forma frecuente. A través del azar, se reduce la posibilidad de agrupamientos por afinidad o rendimiento homogéneo. Algunas variantes lúdicas y educativas:

  • El método matemático: los alumnos resuelven un problema y deben buscar a otros que hayan obtenido la misma solución.
  • Provincias y capitales: fichas con provincias y capitales que deben emparejarse correctamente para formar grupo.
  • Nombres comunes y nombres propios: los alumnos deben agruparse relacionando tres nombres propios con un nombre común.

Estas dinámicas, además de promover el azar, favorecen el trabajo sobre contenidos curriculares y fomentan el clima positivo.

2. Distribución estratificada Es una técnica más controlada en la que el docente se asegura de incluir, en cada grupo, uno o dos alumnos con características específicas: un buen lector, un líder natural, alguien con alto interés por el tema, etc. Esto permite equilibrar roles y fomentar la interdependencia positiva, tal como recomiendan Johnson y Johnson.

3. Grupos seleccionados por el docente Permite formar grupos deliberadamente heterogéneos en base al conocimiento que se tiene de cada alumno. Es el método más adecuado cuando se planifican proyectos a largo plazo o tareas complejas, ya que el docente puede prever y prevenir dinámicas disfuncionales. Como señala Slavin (1995), el éxito del aprendizaje cooperativo depende en buena medida de una agrupación bien pensada y orientada a los objetivos del aprendizaje.

4. Grupos formados por los propios alumnos Este tipo de agrupamiento suele derivar en grupos homogéneos y con una fuerte afinidad personal, lo cual limita las posibilidades de aprendizaje y reduce la riqueza del intercambio. Tal como afirma Pere Pujolàs (2008), cuando se permite que los alumnos escojan con quién trabajar, tienden a reproducir relaciones ya establecidas, lo que restringe la construcción de un grupo cooperativo amplio y diverso.

Conformar los grupos no es una tarea menor ni un paso previo irrelevante: es una decisión pedagógica estratégica. Como señalan los Johnson, “el aprendizaje cooperativo no es juntar alumnos para que trabajen juntos, sino diseñar situaciones donde cooperar sea imprescindible para aprender” (Johnson et al., 1999). Por ello, la distribución de los grupos debe responder a criterios pedagógicos sólidos, orientados a la inclusión, la equidad y el desarrollo integral del alumnado.


Referencias bibliográficas

Pujolàs, P. (2008). La cooperación en el aula. Graó: Barcelona.

Johnson, D. W., Johnson, R. T., & Holubec, E. J. (1999). El aprendizaje cooperativo en el aula. Barcelona: Paidós.

Slavin, R. E. (1995). Cooperative Learning: Theory, Research, and Practice. Boston: Allyn & Bacon.

Enlaces relacionados sobre aprendizaje cooperativo (Bloomania.es)

Enlaces externos sobre aprendizaje cooperativo

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