Enseñar los tiempos verbales no tiene por qué ser mecánico. Vamos a ver cómo trabajar los tiempos verbales desde el juego con estrategias avaladas por la investigación educativa.
Trabajar los tiempos verbales desde el juego puede parecer, a primera vista, una propuesta simpática o informal, más cercana a una actividad de animación que a una enseñanza sistemática del lenguaje. Sin embargo, detrás de esta forma de enseñar se esconde una visión pedagógica coherente, respaldada por décadas de investigación en psicología cognitiva, pedagogía del lenguaje y neuroeducación.

Lo que a veces parece «solo jugar», es en realidad una forma muy seria de enseñar gramática que funciona especialmente bien en etapas como la Educación Primaria, donde el lenguaje todavía se está consolidando, pero la motivación y la emoción juegan un papel fundamental.
En este artículo vamos a argumentar por qué trabajar los tiempos verbales desde el juego es mucho más que una estrategia creativa: es una propuesta didáctica que tiene sentido, anclada en teorías bien fundamentadas y en observaciones reales de aula. Nuestro objetivo es doble: dar razones pedagógicas consistentes para justificar este enfoque y ofrecer una mirada renovada sobre cómo enseñar los tiempos verbales con sentido, sin caer en la memorización mecánica o en las fichas vacías de contexto.
1. Aprender con sentido: por qué los verbos deben conectarse con lo vivido
Basado en: Ausubel, D. P. (1968). “Educational Psychology: A Cognitive View”
Una de las bases del enfoque de enseñanza significativo, defendido por David Ausubel, es que el aprendizaje cobra valor cuando los nuevos contenidos se relacionan con lo que el alumno ya sabe y le importa. Si lo que aprende no tiene sentido para él, simplemente lo olvidará. Esta idea es esencial cuando queremos enseñar tiempos verbales. Si no hay una experiencia o un contexto que justifique el uso del pasado imperfecto, del futuro próximo o del pluscuamperfecto, esos tiempos se vuelven formas gramaticales vacías que se aprenden para pasar el examen y se olvidan al poco tiempo.
Ausubel lo expresó así: “El factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averígualo y enséñale a partir de ahí.”

Al trabajar los tiempos verbales desde el juego, conseguimos precisamente lo contrario: que el verbo se utilice para algo. Juegos como “¿Has hecho esto alguna vez?”, «Diario de un espía», o “Historias de la infancia” colocan al alumno en situaciones donde usar correctamente el tiempo verbal no es una exigencia académica, sino una necesidad comunicativa. La forma se vuelve funcional, y eso transforma la forma de aprenderla.
La conexión entre forma verbal y experiencia personal es el primer paso para que el tiempo verbal tenga sentido, se entienda y, sobre todo, se recuerde con precisión.
2. El lenguaje se aprende en interacción: Vygotsky, andamiaje y contagio lingüístico
Basado en: Vygotsky, L. S. (1978). “El desarrollo de los procesos psicológicos superiores”
Lev Vygotsky nos enseñó que el lenguaje no se adquiere en solitario ni en silencio. Se construye en la interacción, en los intercambios sociales, en el diálogo con los otros. Su concepto de zona de desarrollo próximo describe perfectamente lo que ocurre en una clase cuando un alumno aprende un uso verbal nuevo gracias a lo que escucha o hace con sus compañeros.
Su célebre afirmación lo resume con claridad: “Lo que el niño es capaz de hacer hoy en colaboración, será capaz de hacerlo por sí solo mañana.”
Cuando decidimos trabajar los tiempos verbales desde el juego, estamos generando contextos en los que el alumnado habla, escucha, reformula y corrige sin darse cuenta de que está aplicando contenidos gramaticales. En dinámicas cooperativas como juegos de roles, representaciones teatrales o juegos de preguntas y respuestas, no solo se practican tiempos verbales: se vivencian. Y eso permite que los aprendizajes lingüísticos no se limiten a la teoría, sino que se asienten en el uso real del lenguaje.

Estudios de Swain (2000) y Mercer (2013) han demostrado que la gramática se adquiere más eficazmente cuando el alumno se ve obligado a negociar significados, reformular lo que dice y usar estructuras lingüísticas en contextos reales. Justamente eso es lo que ocurre cuando se juega con el lenguaje. El juego es conversación con propósito, es lenguaje con sentido.
3. Emoción, memoria y aprendizaje: lo que dice la neuroeducación
Basado en: Immordino-Yang, M. H. (2016), Mora, F. (2017)
Durante muchos años se creyó que el aprendizaje debía estar separado de la emoción, como si pensar y sentir fueran funciones incompatibles. Sin embargo, hoy sabemos gracias a la neurociencia que sin emoción no hay aprendizaje duradero. La activación de los sistemas cerebrales de recompensa, vinculados a la dopamina, se produce cuando hay sorpresa, humor, interés o reto. Y todo eso lo genera el juego.
Immordino-Yang lo resume así: “No pensamos profundamente sobre cosas que no nos importan emocionalmente.”
Cuando trabajamos los tiempos verbales desde el juego, activamos no solo la memoria procedimental, sino también la emocional. Los alumnos recuerdan con más facilidad la diferencia entre «había comido» y «comía» si esa distinción ha sido necesaria para resolver un enigma, interpretar un personaje o escribir una historia que han leído luego en voz alta.
Estudios como los de Immordino-Yang (2016) o Mora (2017) lo explican claramente: la emoción fija el recuerdo. Por eso, aprender jugando no es solo más agradable, sino más eficaz y más memorable.
4. Una gramática al servicio del uso, no del error
Referencias: Ruiz Campillo (2013), Gutiérrez Ordóñez (2001), Torrego (2005)
La enseñanza gramatical tradicional ha estado demasiado tiempo obsesionada con los errores: subrayar lo incorrecto, corregir lo dicho, señalar lo que “no se dice así”. Pero una enseñanza moderna de la gramática debe centrarse en dar herramientas para expresarse mejor, no en castigar el fallo.
Ruiz Campillo defiende que: “La gramática no se enseña para evitar errores, sino para conseguir significados más precisos.”
Autores como José Manuel Ruiz Campillo o Salvador Gutiérrez Ordóñez defienden una gramática del uso. Enseñar por qué decimos “cuando era pequeño jugaba” y no “cuando fui pequeño jugué” no es corregir: es dar sentido a una elección verbal. Es enseñar a pensar con el verbo, no solo a repetirlo.
Cuando trabajamos los tiempos verbales desde el juego, la gramática deja de ser un sistema normativo para convertirse en una herramienta expresiva. Cada elección verbal responde a un propósito, a una intención, a una construcción de significado.
Eso es enseñar lengua con competencia: usar la gramática para decir lo que uno quiere decir, no lo que cree que hay que decir para no equivocarse.
5. Evaluación auténtica: observar, escuchar y comprender
Basado en: Black & Wiliam (2009). “Developing the theory of formative assessment”
Una de las grandes ventajas de introducir el juego en la enseñanza de los tiempos verbales es que permite evaluar de forma auténtica. En lugar de comprobar si el alumnado acierta en un ejercicio escrito, observamos cómo usa los tiempos verbales en situaciones de comunicación real.
Mientras juegan, narran, reformulan o responden a retos lingüísticos, podemos ver si comprenden el valor temporal de los verbos, si los conjugan con corrección, si adaptan su uso al contexto comunicativo. Esta es la esencia de la evaluación formativa: obtener información rica y útil mientras el alumno aprende, no después.
Black y Wiliam lo plantean con rotundidad: “Cuando el profesor y el alumno utilizan la evaluación para mejorar el aprendizaje, esta deja de ser una prueba y se convierte en parte del proceso de aprender.”
El juego, bien diseñado, ofrece exactamente eso: una ventana directa al proceso de aprendizaje gramatical, sin distorsiones ni filtros de ansiedad evaluadora.
Trabajar los tiempos verbales desde el juego no es una moda, ni una estrategia simpática. Es una forma de enseñar que se apoya en la teoría del aprendizaje significativo de Ausubel, en la mediación social del lenguaje propuesta por Vygotsky, en los hallazgos de la neurociencia educativa, en una visión de la gramática orientada al uso y en modelos de evaluación formativa que ponen el foco en el proceso.
En definitiva, es una forma de enseñar que no se limita a que el alumnado sepa conjugar. Va más allá: quiere que comprendan, que se expresen, que se comuniquen con sentido.
Y si en el camino se ríen, juegan, inventan o se entusiasman… mejor. Porque entonces el aprendizaje no solo llega. Se queda.
Aprendizaje significativo – David Ausubel
- Artículo sobre la teoría del aprendizaje significativo de Ausubel
Este artículo ofrece una visión detallada de la teoría del aprendizaje significativo, destacando cómo los nuevos conocimientos se integran en la estructura cognitiva existente del alumno.
https://psicologiaymente.com/desarrollo/aprendizaje-significativo-david-ausubelPsicología y Mente+1Revista Digital UCE+1
Neuroeducación y emoción – Francisco Mora
- Entrevista a Francisco Mora: «El cerebro sólo aprende si hay emoción»
En esta entrevista, el neurocientífico Francisco Mora explica la importancia de la emoción en el proceso de aprendizaje y cómo influye en la consolidación de conocimientos.
https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/Amazon+7rieeb.com+7El País+7
Gramática funcional y enseñanza contextualizada
Revista Didáctica de la Lengua y la Literatura – Universidad Complutense de Madrid
Esta revista académica publica investigaciones y artículos sobre la didáctica de la lengua y la literatura, incluyendo enfoques funcionales y contextuales en la enseñanza de la gramática.
https://revistas.ucm.es/index.php/DIDA