Un entorno competencial blindado a leyes.
Un entorno competencial estable debe estar formado por una serie de elementos que lo doten de cierta independencia o resiliencia ante los cambios de leyes educativas y permitan una continuidad de trabajo a los centros y profesionales juntamente con las familias. Vendría a ser como las características que debe tener un elemento que poseemos de gran utilidad y que queremos que soporte las condiciones climatológicas cambiantes estando a la intemperie.
Por la experiencia de estos últimos años, voy a describir los elementos que pienso que pueden conformar la base de un entorno competencial de cierta estabilidad en nuestra escuela, o nuestra aula, según el nivel de complicidad que tengamos con nuestros compañeros o equipo directivo.
El primer elemento es la evaluación formativa. La evaluación formativa desempeña un papel fundamental en el establecimiento de un entorno competencial en el aula. Contribuye de diversas formas a promover el desarrollo de competencias en los estudiantes y a crear un ambiente de aprendizaje efectivo y centrado en el desarrollo de habilidades.
La evaluación formativa se centra en proporcionar retroalimentación constante y específica a los estudiantes sobre su desempeño. Esta retroalimentación les ayuda a comprender sus fortalezas y debilidades en relación con las competencias que están desarrollando. De esta manera pueden realizar ajustes y mejoras en su aprendizaje, aumentando sus posibilidades de éxito de cara a la evaluación sumativa o acreditativa.
Además, la evaluación formativa permite a los profesores identificar las necesidades individuales de los estudiantes y adaptar su enseñanza en función de esas necesidades. Pueden proporcionar actividades y recursos específicos para apoyar su desarrollo y ayudarles a superar desafíos. Esto asegura que cada estudiante reciba la atención y el apoyo necesario para avanzar en su proceso de aprendizaje y que tengamos una aproximación más clara a lo que sería una verdadera y constante atención a la diversidad.
La evaluación formativa también promueve la metacognición, es decir, la capacidad de los estudiantes para reflexionar sobre su propio aprendizaje. A través de un buen feedback, los estudiantes pueden evaluar su propio progreso y comprender cómo están desarrollando sus competencias. Esto les permite tomar conciencia de sus procesos de pensamien
to, identificar sus fortalezas y áreas de mejora, y establecer estrategias para su desarrollo. La metacognición en la que nos vemos inmersos gracias a la evaluación formativa, fomenta un aprendizaje más autónomo y autorregulado, permitiendo a los estudiantes asumir un papel activo en su propio crecimiento.
Por último, los docentes podemos utilizar esta información para realizar ajustes en nuestro enfoque pedagógico, adaptar las actividades de aprendizaje y tomar decisiones sobre los siguientes pasos a recorrer. Esto conduce a una mejora continua del proceso de enseñanza-aprendizaje y facilita el desarrollo de un entorno competencial más efectivo. Con lo cual nosotros también somos actores y protagonistas de nuestra propia evaluación formativa docente, lastima que no tengamos la sumativa de manera evidente.
Si hemos hablado de metacognición, estamos obligados a incluir en la receta la cultura del pensamiento. La cultura del pensamiento desempeña un papel crucial en la creación de un entorno competencial en el aula, ya que trabaja habilidades cognitivas y metacognitivas. Contribuye de diversas formas a fomentar un entorno propicio para el desarrollo de competencias como, por ejemplo, fomentar el pensamiento crítico en los niños/as. Les anima a cuestionar, reflexionar y examinar diferentes perspectivas sobre un tema. Se promueve el análisis, la evaluación y la síntesis de información, lo que les ayuda a desarrollar habilidades para analizar situaciones, tomar decisiones y resolver problemas de manera efectiva. Estas habilidades son fundamentales en un entorno competencial, donde se requiere un pensamiento crítico y reflexivo.
La cultura del pensamiento también estimula el diálogo y la colaboración, la discusión de ideas, el intercambio de perspectivas y el pensamiento colectivo. A través de estas interacciones, los estudiantes pueden construir y enriquecer su comprensión, así como desarrollar habilidades de comunicación efectiva y colaboración. La colaboración y el diálogo son esenciales en un entorno competencial, donde se valora el intercambio de ideas, la construcción conjunta de conocimiento y la atención a la diversidad desde los propios actores.
Por lo tanto, si hemos hablado de comunicación, efectiva, colaboración y diálogo…. El siguiente ingrediente que nos están pidiendo a gritos para esta receta es el aprendizaje cooperativo. El aprendizaje cooperativo desempeña un papel fundamental en la creación de un entorno competencial en el aula, ya que trabaja la colaboración, la participación activa y el desarrollo de habilidades sociales y cognitivas en los estudiantes
Los grupos de trabajo cooperativo se componen de estudiantes con habilidades y conocimientos diversos, lo que les brinda la oportunidad de aprender unos de otros. Pueden compartir ideas, debatir diferentes enfoques y construir conocimiento colectivamente. Esta colaboración promueve un ambiente en el que se valoran y respetan las opiniones de los demás, y donde se fomenta la cooperación en lugar de la competencia individual.
El aprendizaje cooperativo también promueve el desarrollo de habilidades sociales. Los estudiantes aprenden a trabajar en equipo, a comunicarse de manera clara y respetuosa, y a colaborar en la toma de decisiones. Esta interacción social en un entorno cooperativo les ayuda a desarrollar habilidades de trabajo en equipo, empatía y respeto mutuo. Estas habilidades sociales son fundamentales en un entorno competencial, ya que los estudiantes deben ser capaces de colaborar y comunicarse en diferentes contextos.
Ha aparecido en el aprendizaje cooperativo palabras como tolerancia, respeto, en resumen actitudes y valores. Los valores y las actitudes son un pilar imprescindible en la construcción de un entorno competencial en el aula, ya que influyen en la forma en que los estudiantes se enfrentan a los desafíos, interactúan entre sí y abordan el aprendizaje.
Los valores éticos y morales promueven un ambiente de respeto y tolerancia en el aula. Cuando se fomentan valores como la honestidad (evaluación formadora), la empatía, la disposición a escuchar a los demás, el respeto y solidaridad hacia los demás (aprendizaje cooperativo), se crea un entorno seguro y acogedor donde los estudiantes se sienten valorados y respetados. Esto facilita la colaboración, la participación y el intercambio de ideas entre los estudiantes, y nos acerca a un aprendizaje significativo y a la construcción de relaciones positivas.
Además, las actitudes positivas hacia el aprendizaje, como la motivación, la perseverancia y la curiosidad, son fundamentales para un entorno competencial. Los estudiantes con actitudes positivas están dispuestos a asumir desafíos, a esforzarse y a buscar nuevas oportunidades de aprendizaje. Todo ello fomenta la autodisciplina, la resiliencia y la disposición para asumir retos.
Busquemos que aprendan a comunicarse efectivamente, a valorar la diversidad de perspectivas y a construir conocimiento de manera colaborativa. Esto ayudará al desarrollo de habilidades sociales y la capacidad de trabajar en conjunto para alcanzar metas comunes.
Si hablamos de cultura del pensamiento que provoca pensamientos de orden superior como el creativo, el crítico y el reflexivo, si hablamos de contestarnos buenas preguntas a través de la metacognición, si hemos hablado de ir progresando a través de un buen feedback y de la colaboración de todos, entonces estamos llamando a la Taxonomía de Bloom para que englobe todo este trabajo a la vez.
La taxonomía de Bloom contribuye a un entorno competencial en el aula al proporcionar un marco estructurado para el desarrollo de habilidades cognitivas y metacognitivas. Ayuda a a desarrollar habilidades progresivamente más complejas, fomenta la metacognición, promueve el aprendizaje activo y el pensamiento crítico, y fomenta la evaluación y la toma de decisiones fundamentadas. Nos permite a los docentes diseñar experiencias de aprendizaje significativas que preparan a los estudiantes para afrontar los desafíos y demandas de un entorno competencial en constante evolución.
Por todo lo expuesto anteriormente, y desde mi experiencia docente en segundo ciclo de primaria, creo que todo lo que contiene este artículo nos puede proporcionar un entorno competencial estable y blindarnos de los vaivenes y sustos que nos proporcionan los constantes cambios de leyes que sufre un país en el que la clase política no se toma en serio la educación de sus generaciones futuras y lo emplea como arma arrojadiza para el gobierno anterior, siendo los docentes y las familias los pim pam pums que nos encontramos en medio.
Feliz verano a todos/as
Tolo Berrocal